«… El Mirna vio frenado su avance por la creciente del río y por la
ferocidad de la tormenta en la lentitud de su curso. El barco crujía y los
grumetes no lograban dominar ninguna de las tres velas en la mitad de la
tormenta. La embarcación se sacudía de babor a estribor y muchos fueron
lanzados a las aguas. Un rayo cayó en el palo de mesana y tronó antes de
derrumbarse sobre el timón. El capitán fue alcanzado y salió volando hacia
babor para estrellarse contra la madera. El golpe le fracturó una pierna y
varias costillas. Alcanzó a ver cómo el navío se astillaba y cómo los palos se
derrumbaban. Quedó allí tendido viendo cómo en la cubierta volaban hombres y
barriles. Su última palabra fue “Mirna”, al tiempo que era lanzado a las aguas».
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